La pandemia no impidió que las empresas siguieran invirtiendo en el desarrollo de sus líderes y directivos. Los programas adoptaron diferentes formas y se impartieron a distancia en distintos formatos pero, tras un necesario periodo de ajuste, continuaron.
En este contexto, hemos consolidado los resultados de varios centenares de comentarios 360° realizados desde la primavera de 2020 y los sometió a una serie de aprendizaje automático para responder a una serie de preguntas.
En primer lugar, ¿qué impacto tiene la crisis sanitaria en el liderazgo? En segundo lugar, ¿están cambiando los atributos del liderazgo bajo la presión de la situación, y a qué habilidades recurren en primer lugar? Por último, ¿estamos asistiendo a la aparición de una "nueva" forma de liderazgo, que se expresa de forma diferente al liderazgo "pre-Covid"?
Habilidades "clásicas" que siguen siendo esenciales
Los análisis confirman los "grandes clásicos" del liderazgo, como la empatía y la escucha, la visión y la orientación a los resultados. La distancia resultante de teletrabajo se traduce naturalmente en una necesidad de mayor proximidad, y las puntuaciones más altas se otorgan a quienes (directivos y también expertos) saben escuchar y comprender las motivaciones y situaciones de los demás. La capacidad de mantenerse centrado en las prioridades en un entorno incierto y que provoca ansiedad también es un punto fuerte a ojos de los encuestados. Además de estos "imprescindibles", hay una serie de comportamientos emergentes que, según los participantes, determinan la calidad del liderazgo.
Capacidad de dar sentido
Esta habilidad fundamental se expresa a través de una serie de comportamientos observables. En primer lugar, el la capacidad de explicar las cosas con claridad decisiones y acciones y conseguir que la gente se suba al carro. Las personas que mejor evalúan estas cuestiones saben presentar los proyectos de forma sencilla y, sobre todo, concienciando a sus equipos de lo que les aportarán las transformaciones. Discuten abiertamente los problemas y animan a la gente a identificar las oportunidades en lugar de temer los riesgos. Como decía un comentario abierto, les ayudan a "Pasar de la nostalgia de un mundo que ya no existe a la esperanza de un mundo mejor"..
Observamos que estas personas también son conocidas por ser mejores en gestión del rendimiento. Se esfuerzan por fijar objetivos pertinentes, explicar la importancia de las contribuciones realizadas y garantizar un seguimiento adecuado, "Ni mucho ni poco".
Capacidad para unir a las personas
Esta competencia es un factor diferenciador entre los individuos considerados líderes y los demás. Se expresa a través de una serie de comportamientos demostrados en relación con los miembros del equipo, por un lado, y con otros departamentos o entidades de la organización, por otro. Disponibles para sus equipos y capaces de dirigir rituales incluso a distancia, estos directivos saben mantener una estrecha relación con los miembros de su equipo. clima laboral positivo y estimulante. Son especialmente conocidos por su capacidad no sólo de recabar opiniones, sino también de darlas adecuadamente.
La cooperación con sus pares es también uno de sus puntos fuertes: no obedecen a ninguna lógica territorial, comparten generosamente la información y desalientan los silos. Esto es tanto más notable cuanto que, desde 2020, observamos una tendencia al deterioro de las relaciones interfuncionales, en las que los directivos dedican espontáneamente más esfuerzo y tiempo a sus equipos naturales que a las relaciones con sus pares.
Por último, esta capacidad de unir a la gente se refleja en un agudo sentido de comunidad. reconocimiento los logros de los demás, y de los empleados en particular, mediante celebraciones formales o estímulos individuales o colectivos.
Agilidad y transformación
Los líderes también se caracterizan por su capacidad para pensar de forma diferente y adaptarse a situaciones y entornos ambiguos y cambiantes. Se les valora por su agilidad intelectual y situaciones y por su curiosidad, que consiguen hacer contagiosa.
Como era de esperar, también se les reconoce su papel enagente procesador haciendo comprender a los demás lo que el cambio hace posible. Cuando están abiertos a lo desconocido y a lo nuevo, les resulta más fácil fomentar el optimismo y conseguir que los equipos abracen el cambio.
Por supuesto, una golondrina no hace primavera. Sin embargo, la crisis sanitaria ha sacudido seriamente los cimientos del mundo laboral y, de hecho, del mundo en su conjunto. Si estas tendencias se mantienen, bien podríamos estar asistiendo al advenimiento de un nuevo liderazgo post-Covid.